Si tienes a un amigo o amiga que se encuentra en recuperación de un trastorno alimentario, probablemente te has preguntado la forma en que puedes ayudarlo sin parecer un psicólogo o hacerle más daño todavía. En este espacio encontrarás nueve formas adecuadas para lograrlo, basadas en lo compartido por la psicoterapeuta Emily Roberts:
1. Mantente firme en tu rol
Tu rol como amigo sigue siendo el mismo; trátalo como siempre, siendo sincero y preguntándole que necesita de ti. Recuerda que intentar ser el experto puede ser contraproducente, ya que podría sentir que estás encima de él.
2. Trátate con respeto
Recuerda mantener tus hábitos de cuidado personal intactos, sobre todo tus hábitos alimentarios. Escucha a tu cuerpo y continúa tratándolo con respeto; así podrás inspirar a que tu amigo o amiga busque hacer lo mismo para encontrar la salud.
3. Escucha y honra su proceso
Dedica momentos para escucharlo, no es necesario que hables mucho. Esto le hará sentirse comprendido y habrás honrado su proceso. Además, continúa invitándolo a diferentes planes, aunque pienses que no va a querer ir; así le ayudarás a sentir que está incluido y que todavía es parte de su grupo, sin importar lo que esté luchando.
4. Se abierto y busca recursos
Trata de informarte lo mejor que puedas sobre los trastornos alimentarios para poder comprender por lo que tu amigo o amiga está pasando. Si te quiere platicar de su proceso, no trates de evitar el tema, el simple hecho de que lo escuches le servirá de mucho.
5. Evita los disparadores
Evita las conversaciones sobre el peso, las calorías, las dietas y/o el cuerpo; estas son contraproducentes incluso para las personas que no están luchando contra un TCA. Si ves que empieza a hablar de estos temas, simplemente cambia la conversación.
6. No actúes como su terapeuta
Desviarse del rol de amigo e intentar ser un experto lastimaría su amistad, pues podría llegar a depender demasiado de ti para obtener ayuda o desarrollar cierto resentimiento. Mejor actúa como lo harías con cualquier otro amigo que necesita tu apoyo; podrías empezar por preguntarle: "oye, ¿qué pasa? ¿cómo te puedo ayudar?”.
7. Crea distracciones saludables
Cuando notes que tiene dificultades para comer, busca distraerlo con un chiste o algún video divertido. Esto le podría ayudar a que disminuya su ansiedad y deje a un lado sus pensamientos intrusivos. Si notas que este comportamiento es frecuente y te preocupa, no lo obligues a comer o le señales lo que no ha comido; más bien exprésale tu preocupación y pregúntale cómo lo puedes ayudar.
8. Usa la técnica Sándwich
Una forma de pasar por una conversación difícil es usando la técnica del "sándwich". Esta consiste en intercalar dos afirmaciones positivas (los panes) con una afirmación asertiva (la mermelada).
Por ejemplo:
Pan: "Oye, me preocupo por ti".
Mermelada: "No sé qué hacer cuando te veo comiendo tan poco. Me preocupa ".
Pan: "¿Qué puedo hacer para ayudar?"
Expresar tu preocupación puede ayudarle a hacerse consciente de su enfermedad, lo cual es importante, ya que los trastornos alimentarios son un tema serio. En otras palabras, no son una elección, son una enfermedad que interfiere con los pensamientos y causa daños irreversibles en el cuerpo.
9. Céntrate en las emociones
Evita hablar sobre su imagen corporal, ya que podría ser perjudicial para su proceso de recuperación. Es probable que se vea diferente si ha estado en tratamiento, pero procura no hacer comentarios sobre cómo lo ves, incluso aunque estos sean positivos (por ejemplo: "te ves saludable" o "te ves muy bien"). Mejor enfócate en las emociones, diciéndole algo como: “te ves más feliz” o “te noto con más paz”.
María Linares
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