¿Te has mirado al espejo y sentido que lo que ves no coincide con lo que otros perciben? Esta sensación puede estar relacionada con la distorsión de la imagen corporal, un fenómeno que afecta a muchas personas y es una de las manifestaciones más características de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). Pero, ¿qué es exactamente y cómo nos afecta?
La imagen corporal es la forma en que percibimos nuestro propio cuerpo de manera física y emocional, es una construcción mental que puede ser influenciada por diversos factores como la cultura, experiencias personales, opiniones de los demás y medios de comunicación. Existe una distorsión corporal, cuando las personas juzgan su apariencia de manera poco realista, creyendo que su cuerpo es de una forma distinta a como realmente es. Esta distorsión no se limita a percibir el cuerpo como más grande, también puede incluir verlo más pequeño o con características físicas que en realidad no tiene. Por ejemplo, alguien que, a pesar de tener una figura atlética, se ve a sí misma como demasiado delgada y cree que necesita ganar más masa muscular, aunque objetivamente no es así.
El impacto que genera la distorsión de la imagen corporal puede ser profundo en la salud mental y emocional. Quienes la experimentan suelen sentir vergüenza, ansiedad o insatisfacción con su cuerpo, lo que puede llevarlos a adoptar conductas perjudiciales como dietas extremas, ejercicio excesivo, aislamiento social e incluso desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria.
¿Sabías que esto también puede afectar las relaciones interpersonales? En muchos casos la distorsión corporal se convierte en un obstáculo para mantener relaciones saludables, ya que la persona suele enfocarse más en su apariencia que en conectar con el momento presente, sus actividades cotidianas y sus seres queridos.
Para comprender esto, es crucial reconocer los signos de la distorsión corporal. Algunos de los más comunes incluyen:
- Pasar mucho tiempo frente al espejo, analizando partes del cuerpo.
- Compararse constantemente con los demás, ya sea en persona o en redes sociales.
- Sentir ansiedad o angustia al ver fotos de sí mismo o al vestirse.
- Evitar actividades que involucren mostrar el cuerpo, como ir a la playa o usar ropa ajustada.
- Buscar cambios físicos constantes, a través de dietas, procedimientos cosméticos o ejercicio extremo.
Estos comportamientos no solo limitan la vida diaria, sino que también pueden ser indicativos de un problema más profundo relacionado con la dismorfia corporal, una condición psicológica en la que las personas están extremadamente preocupadas por un defecto percibido en su apariencia, aunque para los demás ese defecto sea inexistente y frecuentemente realizan excesivas como mirarse mucho al espejo, en respuesta a la preocupación por su apariencia. Causando un sufrimiento emocional significativo que impacta en la capacidad para desenvolverse en el día a día.
Es importante aclarar que la dismorfia corporal y la insatisfacción corporal no son lo mismo. Mientras que la insatisfacción corporal implica un descontento con la apariencia física, la dismorfia corporal es una condición más grave, donde existe una preocupación obsesiva y exagerada por defectos mínimos o imaginarios en la apariencia, lo que genera un impacto mucho más negativo en el bienestar de la persona.
¿Qué podemos hacer al respecto?
Afrontarlo puede parecer difícil, pero hay estrategias que pueden ayudar a mejorar la relación con nuestro cuerpo:
- Buscar ayuda psicológica: puede ayudar a identificar los pensamientos distorsionados y a aprender nuevas formas de percibir y relacionarse con el propio cuerpo.
- Fomentar la autocompasión: ser amable con nosotros mismos es esencial. Aceptar que el valor de una persona no se mide por su apariencia es un gran paso.
- Reducir la exposición a redes sociales: evitar el contenido que promueve ideales estéticos poco realistas puede ayudar a mantener una percepción corporal más saludable.
- Contar con redes de apoyo sólidas y saludables: rodearse de personas que nos apoyan en todo momento y que nos recuerden que somos valiosos más allá de la apariencia.
La distorsión de la imagen corporal afecta tanto la manera en que una persona se percibe físicamente como su salud mental en general. Reconocer los signos de manera temprana y buscar ayuda es clave para evitar que esta distorsión se convierta en un obstáculo en la vida diaria. Recuerda que tu valor no se mide por cómo te ves, y con las herramientas adecuadas, es posible mejorar la relación con tu cuerpo y vivir una vida más plena y equilibrada.
Elaborado por: Irlanda Iremar Parra Cota.
Estudiante de psicología en la Universidad Anáhuac Puebla, con un profundo interés en la psicología clínica. Apasionada por explorar los complejos caminos de la mente humana y por el estudio de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). Su motivación radica en el deseo de comprender y ayudar a quienes enfrentan estos desafíos, buscando mejorar la relación con su cuerpo y alimentación, y transformando creencias dañinas para fortalecer su bienestar emocional.
Artículo realizado en Colaboración con Alimentando Emociones A.C.
Referencias:
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Foto de Bekah Allmark
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