Todo empieza con un antojo de pay de limón.
Resulta que pido dos veces seguidas a mi esposo que me traiga un pay de limón y no lo hace.
Acto seguido enfurezco, pienso que no me ama y que me pregunto si no me merezco un pay de limón, o por qué nadie quiere consentirme.
Todo concluye en un sentimiento de soledad y de decepción. Resulta que no es tanto el antojo de pay de limón, es la necesidad de ser apapachada, pedirlo y no obtener respuesta del otro.
La soledad y decepción me llevan de inmediato a un mecanismo de defensa y decir "no necesito a nadie, yo sola puedo contra el mundo". Me lleva a desconfiar ya que me conecta a mi historia de niña, cuando tenía 5 años y no tuve ese abrazo que necesitaba.
Me conecta al dolor de cuando le conté a mi mamá que había sido agredida sexualmente y no me protegió, solo me dijo "fue un mal entendido".
El querer ser perfecta es una máscara, un escudo que me pongo para auto engañarme y decir que no quiero ni necesito de nadie, que todos son unos inútiles que no suman a mi vida. Pero lo cierto es, que sí quiero un abrazo, una palmada en la espalda, que me digan que todo va a estar bien, sí quiero escuchar cada sábado en terapia grupal "pongo mi mano en tu mano y juntas sí podemos".
Gracias Neandi por el espacio que nos brindas cada sábado en el cual nos permitimos necesitar, sentir, confiar, ser vulnerables y quitarnos las máscaras.
תגובות