Trece es uno de mis números favoritos; tal vez sólo es porque me gusta llevar la contraria. Desde que nací, nací al revés, o eso cuenta mi mamá: que venía con los pies para abajo y que por eso fui cesárea - blame shifting, le llaman (o sea que yo fui la responsable de la cesárea, no que alguien se lo reprochara a alguien más, pero, no sé, últimamente siento que estamos en una jaula de dedos que apuntan a causas. Que si la abuela de la abuela, y que por eso hoy me desquicio con mi pareja, etc). Y a mi cambio de tema, ADHD, le llaman. Creo que me gustaba más el mundo cuando no había diagnósticos para todo. Lo malo de eso, es que nos quedábamos sufriendo síntomas en la ignorancia silenciosa. Pero ahora que todo tiene un diagnóstico y que además estamos más en relación con la tecnología que con personas, parece que las personas toman forma de máquinas. Mecanismos que activan comportamientos. A esto creo que le llaman psicología conductista. No sé. Sólo sé escribir cosas que no se entienden muy bien; por ahora, en este caso, en este momento.
Estoy hiper dispersa porque tengo más cosas que hacer de las que mi ser puede manejar. No sé cómo lo logran los demás, mi vida a comparación de muchas es extremadamente sencilla. Salgo de casa una vez a la semana o dos, porque trabajo remotamente y no tengo hijos ni pareja: creo que eso lo dice todo, respecto a la sencillez. Pero la vida a través de la tecnología puede hacernos dar tres vueltas al sistema solar a diario, y en sentido contrario. Así ando, internamente. Yo escribo este diario para conectar con la experiencia de otras personas que tienen TCAs y últimamente parece que hablo de todo menos de eso. Pero es precisamente de eso que hablo. El TCA es un mundo psicológico complejo que no se trata de un comportamiento superficial y su batalla por cambiarlo, es todo lo que hay detrás. Detrás hay vergüenza, inadecuación, ansiedad, angustia, soledad, aislamiento, cinismo, deseo de conexión, en la siguiente capa hay frustración y enojo acumulado, mucho silencio respecto al enojo, la ira, el abandono. Una capa detrás hay un amor inexpresado, callado, que desea salir y curar a todas las demás capas, pero que pocas veces sabemos que existe o podemos acceder. Esta capa, la más profunda es la más permanente, la única permanente. Las demás están en transformación y se pueden sanar. Es por eso que siempre podemos volver a la capa esencial, y es por eso que entre mis letras deseo perderme, para que tú también te pierdas, en esa profundidad, que te ama con la ternura más calmante de este mundo, y con la aceptación más dulce que pueda existir. Esa, en sanación de un TCA, esa es la capa que te define hoy.
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