El TERIA, trastorno por evitación/restricción de la ingesta de alimentos o ARFID (por sus siglas en inglés), es un trastorno de la conducta alimentaria caracterizado por una ingesta inadecuada de alimentos que conduce a la pérdida de peso, deficiencia nutricional, dependencia a suplementos nutricionales y/o deterioro psicosocial. Este rechazo hacia los alimentos puede deberse a una preocupación a consecuencias repulsivas de comer, como atragantamiento o vómito, o a una extrema sensibilidad a la apariencia, color, olor, textura, temperatura o sabor de algunos alimentos que puede resultar repulsivo para la persona (DSM 5, 2013).
Es un trastorno que frecuentemente se presenta en niños, incluso el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales -DSM 5- (2013) señala que, la falta de interés por alimentarse comúnmente llega a producirse durante la lactancia o en la primera infancia. Mientras que la evitación por las características de la comida (olor, consistencia, apariencia), tiende a manifestarse durante los primeros años de vida. Además, este padecimiento puede ser resultado de trastornos como el trastorno del espectro autista (TEA), trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), trastornos de ansiedad o trastorno obsesivo compulsivo (TOC).
Pero, ¿cómo podemos identificarlo y diferenciarlo de otros trastornos de la conducta alimentaria? Es importante reconocer los síntomas y prestar atención a los hábitos alimenticios de la persona. Considerando los aspectos tales como: la pérdida de peso o una mala nutrición, la falta de interés en la comida de manera persistente, miedo intenso a ahogarse con la comida o vomitar, la presencia de un rango muy limitado de comidas preferidas y la ausencia de signos de problemas o distorsiones de la imagen corporal.
Ahora bien, la etiología del ARFID considera diversos factores; inicialmente el ambiental, pues se ve estrechamente relacionado con ansiedad familiar, hijos de madres con trastornos de la conducta alimentaria presentan porcentajes más altos de problemas con la alimentación. También encontramos factores genéticos y fisiológicos, donde los antecedentes de afecciones gastrointestinales se han asociado con síntomas de este trastorno.
Finalmente, factores como la personalidad o trastornos emocionales, al relacionarse con características como inmadurez emocional, dificultades para el manejo interpersonal y ambiental o con una respuesta condicionada negativa asociada a una experiencia aversiva como ahogamiento, un proceso como la esofagoscopia o vómitos repetitivos (Canale, et al., 2018).
Si estos síntomas te parecen familiares y crees que puedan estarse presentando en tu hijo, es importante asistir con un especialista para evaluarlo, obtener un diagnóstico y una visión general del problema.
Si existe la presencia de este trastorno es indispensable comenzar un proceso con un enfoque interdisciplinario, en el que se pueda trabajar junto con la familia y otros especialistas como psicoterapeutas, pediatras, psiquiatras (en caso de ansiedad) y un nutriólogo. En este proceso la familia es fundamental para la recuperación, por lo que se trabajará en conjunto y se les brindará asistencia continua para poder colaborar.
Como todos los trastornos de la conducta alimentaria, el ARFID es un padecimiento grave que tiene consecuencias importantes a corto y largo plazo. Entre estas se encuentra la desnutrición, edema, falla cardíaca o respiratoria, problemas gastrointestinales, dolor abdominal intermitente, debilidad muscular (Canale, et al., 2018), alteraciones en el aprendizaje, memoria, atención y desarrollo en general.
En este trastorno es común que exista una demora entre el inicio del padecimiento y la consulta clínica, debido a la normalización de conductas asociadas, por lo que es fundamental exponerlo y conocerlo.
La posibilidad de recuperación es mayor cuando se inicia el tratamiento durante las primeras etapas y debe ser tratado por especialistas.
Elaborado por: Laia Ballesté Díaz.
Estudiante de psicología en la Universidad Anáhuac Puebla, con interés en psicología clínica en adolescentes y adultos. Realizó un diplomado en terapias de tercera generación en el Instituto Raimon Gaja, Barcelona. Apasionada por trabajar con trastornos de la conducta alimentaria (TCA) para desafiar creencias tóxicas sobre los cuerpos ideales y promover la diversidad corporal.
Artículo realizado en Colaboración con Alimentando Emociones A.C.
Referencias
Asociación Americana de Psiquiatría. (2013). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5®), 5a Ed. Arlington, VA. https://www.federaciocatalanatdah.org/wp-content/uploads/2018/12/dsm5-manualdiagnsticoyestadisticodelostrastornosmentales-161006005112.pdf
Canale, M. I., Gaitán, B. R., Lucero, M. L., Sommario, E., & Shakespear, S. (2018). Trastorno de evitación/restricción de la ingesta de alimentos: Un nuevo nombre, un viejo trastorno. Revista Nutrición Investiga, 174-225. https://escuelanutricion.fmed.uba.ar/revistani/pdf/18b/rb/826c.pdf
Foto de Shohei Ohara
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