top of page

A mi hija le diagnosticaron un TCA… y aprendimos a sanar juntas

Foto del escritor: Centro NeandiCentro Neandi

Cuando un hijo recibe un diagnóstico como un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA), el mundo parece tambalearse. Al principio, puede invadirnos el miedo, la incertidumbre y muchas preguntas sin respuesta. Pero lo que quizás no imaginamos es que este proceso, por difícil que sea, también puede transformarnos, unirnos y enseñarnos el verdadero significado del amor incondicional.


Este es el testimonio de una madre que, junto a su hija, recorrió el camino de la recuperación. Su historia es un recordatorio de que la sanación no solo es posible, sino que también puede traer consigo un aprendizaje profundo y una nueva manera de vivir y amar.


     En agosto de 2018, mi hija Dani en ese entonces con 21 años, fue diagnosticada con un TCA. En un principio, por falta de conocimiento de la enfermedad, pensé que sería algo que terminaría pronto; que no pasaría a mayores y que “no había mucho por qué preocuparse” pues ella empezaría el tratamiento y como siempre como con todas las tareas y proyectos, lo terminaría rápidamente y con éxito.


     Nos comunicaron que era necesario que toda la familia se sometiera al tratamiento y lo tomé como un gran reto y oportunidad para apoyar a Dani y demostrarle el apoyo y amor que me daba cuenta necesitaba pues la notaba “triste” y diferente.


     A medida que avanzaba ella en su tratamiento y la familia en la terapia familiar, decidí iniciar mi propia terapia y tratamiento personal pues se iban descubriendo muchas situaciones, dudas y pensamientos que me hacían sentir incómoda y mal como que no podía dejar de pensar que era mi culpa que ella hubiera desarrollado el trastorno, así como otras cosas.


     Han pasado ya 4 años de tratamiento y aunque sin duda ha habido momentos muy difíciles y dolorosos, hoy puedo decir que agradezco a Dios por la enfermedad pues hemos aprendido a comunicarnos, a aceptarnos, a escucharnos y a reconocernos como familia imperfecta, a que los errores y fallas son muy positivos y buenos para poder aprender y seguir avanzando y creciendo como personas y hemos dejado a un lado esa “pantalla” y cara que mostrábamos al exterior y a nosotros mismos de perfección y felicidad, que honestamente no existía.


     Hoy soy consciente de la importancia e impacto que un TCA tiene en la sociedad, por lo que como parte de mi testimonio decidí escribir una carta dirigida a una madre con una hija o hijo con un TCA con observaciones y comentarios que a mí me hubiera gustado escuchar y conocer cuando iniciamos este camino de recuperación. En la carta también indirectamente expreso conductas, sentimientos y pensamientos que tuve y que viví:

 

     ¡Hola! Te escribo esta carta con todo cariño y respeto pues sé que estás pasando por momentos muy difíciles y complicados. Yo pasé por lo mismo que tu vives ahora y como entiendo cómo te sientes, me gustaría decirte primero que nada que NO ES TU CULPA. La situación que hoy vives y el cómo te sientes no es para siempre. Hay recuperación y sí podrás ver y sentir cambios positivos y significativos en ella y en la familia, pero para llegar ahí, es muy importante que aceptes la enfermedad y que reconozcas la importancia que tiene el que reciba tratamiento, tanto ella como la familia. Ayudará muchísimo si tu también comienzas un proceso terapéutico. Después de un tiempo lograrás comprender y entender muchas de las conductas que tu hija manifiesta y que en un principio te parecen absurdas, exageradas o fuera de lugar. Lograrás comprender que sí es posible y sobre todo real que ella pasa las 24 horas del día pensando en las calorías que ingiere, en qué puede hacer para quemar y deshacerse de esas calorías. Tu preocupación por esto, hablarle de comer más o tratar de evitar el exceso de ejercicio, empeora su estado, aumenta su ansiedad y te aleja de ella.


     Puede parecerte lógico que este tipo de TCA se curará comiendo más, pero eso está muy lejos de la realidad. Piensa en el típico ejemplo del iceberg en donde en este caso la punta sería la alimentación y por debajo está todo el trabajo emocional y psicológico que hay que atravesar; así de grande…


     Una vez que inicien el tratamiento, no entres en pánico o preocupación excesiva cuando veas que tu hija se sale de las instrucciones establecidas por la nutrióloga y/o psicóloga y por lo que a ti te dijeron que pasaría. O cuando tenga episodios de fuerte ansiedad, así como de enojo o tristeza, que debes saber serán frecuentes. Dale su tiempo y su espacio y por favor evita a toda costa controlar lo que come, lo que hace y decirle lo que debería hacer y lo que esperas de ella.


     Por favor infórmate muy bien acerca de la enfermedad. Es común que pensemos que podemos ayudarles siendo más estrictas o rígidas; o también caemos en el error de pensar que, si no le damos importancia a la situación, ella dejará de tener esas conductas y “desaparecerá” el problema. No es así. Las personas que tienen un TCA que no se sienten apoyadas y que no reciben tratamiento, viven el día a día como un verdadero calvario.


     Por último, quisiera decirte que el apoyo que tu hija con un TCA reciba de su familia nuclear es CLAVE para su recuperación y para que disminuya la ansiedad y el miedo que vive y experimenta. Si tienes la gran bendición y dicha de contar con el apoyo de tu pareja, será más fácil para ti el proceso. Y si no es así, te aseguro que también lograrás ver en algún momento esa luz al final del túnel que te dará la esperanza, confianza y tranquilidad que seguramente hoy no encuentras por ningún lado.


     Ámala. Mucho. Pero de acuerdo a sus necesidades, no a las tuyas. Apóyala. Siempre. Pero hazte a un lado y déjale saber que ahí estarás para ella cuando te necesite. Deja que sea ella la que se acerque a ti a pedir tu apoyo y ayuda. No interfieras en su proceso que debo advertirte le costará mucho dolor y sufrimiento. Pero serán ese dolor y ese sufrimiento lo que le van a permitir resurgir y renacer de nuevo sintiéndose amada y valorando cada parte de ella para poder amarse, amar a los demás y como consecuencia sentirse contenta, feliz y disfrutar de su vida.

 

Su proceso será difícil, pero de ahí renacerá más fuerte, aprendiendo a amarse y disfrutar su vida.


Con afecto,Dennisse Barrios Aguirre


A veces, el primer paso no es visible ni inmediato, pero con el tiempo, se va haciendo más claro. No hay un camino único ni una única forma de sanar. Cuando sientas que es el momento, aquí estaremos para acompañarte, con apoyo y comprensión.




 

Comentários


2020 Centro de Especialidades Psicológicas NEANDI

Av. Insurgentes Sur 619, Nápoles, CDMX

Tel: (55)2729-6902

bottom of page