Todos somos diferentes y eso es lo que nos hace iguales. Así como cada uno tiene una personalidad propia, experiencias, aspiraciones y metas; también tenemos una estatura, color y cuerpo diferente. En estas diferencias se encuentra nuestro valor, pues eso que nos caracteriza es lo que nos hace especiales.
Ahora bien, ¿qué pasa cuando alguien deja a un lado eso que es, por buscar ser lo que otros son? ¿qué pasa cuando deja sus propias metas por lo que los demás piensan sobre ellas? ¿qué pasa cuando, por buscar el “cuerpo perfecto”, ignora el que ya tiene? Entonces estará rechazando esas características que lo hacen especial, esas diferencias que lo hacen ser quien es.
La sociedad de hoy en día nos invita a buscar un cuerpo delgado, haciéndonos pensar que solo así seremos bellos. En otras palabras, nos invita a ignorar lo que somos para buscar eso que todos deberían de ser. De esta forma, corremos el riesgo de perder el valor de las diferencias y de la capacidad de ver la belleza en todos los tipos de cuerpo. Corremos el riesgo de perdernos de nosotros mismos, en la búsqueda de un cuerpo que nos haga sentir bien.
Por lo tanto, yo te pregunto: ¿realmente quieres sentirte bien con tu cuerpo? Entonces escúchalo, en vez de ir en la dirección opuesta de lo que te pide. Entonces deja de intentar reducir su tamaño con dietas estrictas que te hagan sentir encadenado. Entonces recuerda que las señales de hambre y saciedad son tus aliadas. Entonces abrázate, pasa un momento contigo y mira lo positivo que hay en ti. ¡Eso sí hará que te sientas bien con tu cuerpo!
El mundo necesita aprender a aceptarse a sí mismo y a los demás, sabiendo que el peso natural que cada quien tiene es saludable y bello. Necesita desafiar la noción de que las personas delgadas son necesariamente más felices, más inteligentes y más divertidas; pues la felicidad no es sinónimo de delgadez. La felicidad más bien consiste en amar, ¡en amarse a sí mismo, a los demás y a la vida!
María Linares
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